miércoles, 15 de junio de 2011

Voy a cambiar el móvil. Voy a abandonar el Iphonismo para volver al cutrismo. Al trastete más simple y con pinta de superviviente que pueda encontrar, que llame y que aguante.

Es probable que lo tenga apagado la mitad del tiempo. Y ahora que lo pienso seguro que no te daré el número nuevo.

No te odio, no te desprecio. Esto viene de largo.

Recuerdo que cuando compré un OneTouch Easy (verde) me sentí el tío más independiente y feliz del mundo. Me pasaba las horas jugando con las teclas, sopesándolo en las manos. Desde aquí (donde estoy) puedo llamar a quien quiera y cuando quiera.

No importaba que tuviera dos líneas de texto en pantalla, negra y amarilla. Podías llamar y escribir alegres mensajillos. Era un milagro, esto de las nuevas tecnologías de la comunicación.

Ahora que tengo un ultraparato, que lo mismo es una tele que te canta una saeta, me reconcome el odio. Hay días en los que no soporto verlo, que me los paso temblando cada vez que suena, que es como una losa sobre mi cabeza.

Porque antes me encantaba la idea de poder comunicarme, pero ahora no soporto esa sensación de que, vaya donde vaya, acabaré por ser encontrado.

Eso además de que las empresas son basura. Echan a la gente y se reparten millones en un yate, que aunque antes lo sabía ahora lo veo todo claro. A mi gato se lo digo muchas veces: escalas y escalas y, para cuando te das cuenta, andas escalando en el aire.

Mi OneTouch Easy era lo máximo en comodidades. Con eso y con personas tenía todo lo que a un chaval inquieto podía interesarle. Y al final he acabado persiguiendo aplicaciones en la comodidad de una trituradora de cerebros, la applestore, menuda contrariedad.

Así que me cambio, me bajo, respiro. Me paso a Murciatel o la que tenga cara de buena. Me saco tarjeta prepago. Me vuelvo al politono. Quien me quiera encontrar que me busque, si me encuentra que se abstenga de la regañina. Que esto no es obligatorio. Que la disponibilidad 24 horas debería ser una cláusula opcional en el contrato.

Quiero una agenda con cuatro contactos y ni siquiera un triste solitario.

A partir de mañana, oficialmente desmovilizado.

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